Consruir
Desde hace algunos días he estado reflexionando mucho sobre las relaciones, sobre todo de amistad. Me he dado cuenta de que soy una persona que quiere demasiado, que quiere construir y crecer con quienes les doy mi confianza, pero que eso no significa que quieran o lo hagan conmigo. Me cuesta mucho trabajo soltar a las personas. Me cuesta porque no se me dificulta ser amable con los demás, aunque a veces no lo sean conmigo. Cuando comienzo a darle a una persona un tipo de confianza más cercana, me genera mucho miedo, pero decido confiar, decido darle el beneficio de la duda porque por algo se ganó mi confianza; hubo algo que se fue construyendo cuando nos acercamos a la vida del otro, es de ambos. Aún así, no logro comprender cómo es que todo cambia, cómo es que poco a poco las heridas ya no son por accidente sino un hábito; cómo es que, de ser palabras sinceras de arrepentimiento, se volvieron palabras vacías que ya no las respaldan acciones, solo acontecimientos que duelen y lastiman.
¿Desde cuando el querer a alguien, demostrarlo, se volvió darlo por hecho a pesar de todo? No niego que me equivoco, por supuesto que cometo errores, soy humana, todos los cometemos, por eso lo hablamos, nos comunicamos, pero ¿Qué debería hacer si después de tantas conversaciones no hay acciones? ¿Cuántas veces tengo que permitirlo? No es sano. Por más que los quiera, me quiero más a mí.
Es muy difícil y me desgarra el corazón porque no logro entender, y sé que no habrá explicación. Hay cosas que no tienen explicaciones, o por más que las tengan, ya no es lo mismo. Hay una estrofa de una canción que dice:
No quiero que me pidas más perdónIgual tú siempre tienes la razónCon cada error viene una explicación, noTe sobra más valor para correrFui yo quien siempre tuve que entender...
Existe otra parte de una canción diferente, del mismo grupo, que en estos momentos también siento muy personal:
Y en estos momentos, así me siento. Recuerdo cada amistad que he tenido, cada persona que ha caminado conmigo, las que se fueron y las que se quedaron. Los recuerdo a todos y, por ello, también sé que voy a estar bien, pase lo que pase, porque quien nunca se va de mi lado es Jesús, que no me suelta, aunque ahora me duela, a pesar de que no entienda y sienta que no va a ver otra conversación, una conversación sincera con quien quiero, una que se fundamente en acciones, no por un tiempo, sino siempre. Y es que me duele mucho porque yo no quiero reemplazar, quiero construir. No lo haré sola. No porque no pueda o porque necesite. No. No lo haré así porque yo quiero que sea en conjunto, pero no puedo cambiar las acciones de alguien. Lo que sí puedo hacer es cambiar las mías.



0 comentarios