Últimamente he estado pensando sobre algunas cosas de mí. Historias del pasado y las del presente. Puedo decir que estoy orgullosa de cómo es que ahora manejo situaciones similares a las que alguna vez viví en el pasado. Ahora, en el presente, llegan momentos en que suceden acontecimientos similares, pero si has sanado, si has trabajado lo que antes había sucedido, la situación actual puede ser mucho más tranquila, sana y menos difícil. Eso no quiere decir que no duela, pero ahora sabes cómo manejarlo. Sin embargo, si no sucede así, bueno, es una nueva oportunidad para reflexionar y crecer. 

          Cuando me pregunto por qué suceden las cosas de tal manera, recuerdo las palabras de una niña que vi en un vídeo, que dice: Cuando obtienes lo que quieres, es la dirección de Dios. Pero cuando no obtienes lo que quieres, es la protección de Dios. Para mí, tiene razón, tiene sentido. 

          Tengo la certeza de que no sé qué sucederá en el futuro, que mis planes pueden llegar o no a concretarse, pero lo que sí tengo con seguridad es que Dios está conmigo, que me escucha, que cuando le pido ayuda, me la brinda a través de personas que me quieren. Cuando le pido que me ayude a ver lo que no veo, a escuchar lo que no escuché, o que me aleje de quienes no me hacen bien, lo hace. Mucha gente le reprocha por qué no les contesta Dios a sus oraciones, pero ¿realmente le piden? ¿Lo hacen con fe? ¿Cómo saben que no les está respondiendo? Él nos da oportunidades para fórmanos, para crecer y confiar en Él, solo necesitamos ver su luz, no alejarnos de ella. Así que por más difícil que sea una situación, estoy segura de que tengo su protección. Entonces ¿Qué más puedo pedir, si junto a Él, lo tengo todo?.