Con Él.
No puedes encontrar la luz si te aferras a la oscuridad.
Esto es lo que me sucedió. Llegó un momento en que me vi envuelta en tinieblas. ¿Saben qué sucedió? Vi un rayo de luz. Vi cómo quienes me aman les dolía mi dolor, cómo esperaban pacientemente hasta que recobrara las fuerzas de nuevo. Me brindaron sus manos para ayudarme a levantarme, me hicieron saber que me acompañaban, y con las lágrimas derramadas planté un jardín que, con paciencia, irá floreciendo.
Gracias. Gracias, Dios, porque ante el dolor, cuando te llamé, me escuchaste, me comprendiste y, aunque batallé, intenté aferrarme a ti. Gracias por no soltarme.
Ya no estoy envuelta en la oscuridad, aunque aún me busca. La siento, pero sé que estaré bien. No tengo planes de dejarme vencer porque le estoy entregando todo a Dios. Yo me rendí. No puedo luchar: es cansado, desgastante y no podría sola. Sin embargo, Él, mi Dios, el Dios de los ejércitos, es quien pelea por mí y por quienes lo siguen. Es lo que está haciendo: abriendo camino. No es fácil, pero es posible. Con Él, todo es posible.
-Layla.


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